Dos libros presentando nuestro pasado en nuevas ediciones: El Ariel de Rodó en la colección de Especiales y Gonzalitos, ideario, seleccionado y editado por Adalberto Madero para la colección Nuestros clásicos.
José Enrique Rodó - Ariel
«En 1908, la imprenta de los Talleres Lozano, encargada de la impresión de documentos oficiales del gobierno del estado de Nuevo León, sacó de sus prensas un pequeño volumen, un proyecto editorial fraguado por el escritor dominicano Pedro Henríquez Ureña y el regiomontano universal, Alfonso Reyes.
Era un libro inusual, tanto para la misma empresa editorial como para el medio local. Se trataba del ensayo Ariel, del escritor uruguayo José Enrique Rodó. Esta publicación marca un hito en la historia cultural neoleonesa. Fue la primera edición del ensayo hecha en México y representó una de las incipientes estrategias críticas de la generación que un año más tarde sería conocida como del Ateneo de la Juventud.
El Ariel de José Enrique Rodó fue la más coherente forma de compromiso intelectual que estos jóvenes pudieron encontrar, en una época marcada por la educación positivista, el escepticismo filosófico y la paulatina consagración del nihilismo.
Y no sería un despropósito señalar que la mayoría de los trabajos, libros y empresas culturales de la generación ateneísta puede leerse bajo la estela del arielismo.» Víctor Barrera Enderle
Adalberto Arturo Madero Quiroga (selección y edición) - Gonzalitos, ideario
El doctor José Eleuterio González, “Gonzalitos”, es considerado el humanista más descollante del siglo XIX en Nuevo León, siendo la medicina y la historia las asignaturas que más cultivó, y sobre la cuales sustentó su práctica académica y de divulgación. Conocimientos que también le sirvieron para exaltar sus más altos valores: el amor a la ciencia, la enseñanza a los jóvenes y la atención de la humanidad doliente.
Pero, ¿cuál era la esencia de su pensamiento; cómo lo expresaba; cuáles eran los principales términos y argumentos para sustentarlo; quiénes eran los personajes que más lo habían cautivado y de los que retoma su enseñanza; qué significaba para él la educación de los jóvenes; cómo promovía el amor a la ciencia y al prójimo; qué esperaba de los jóvenes médicos y qué les aconsejaba; cómo debía mejorar la sociedad de su tiempo y hacia dónde debía de encausarse; cuál es el destino final del hombre y para qué le sirve todo el conocimiento acumulado? Para responder a éstas y otras muchas cuestiones que conlleva el pensamiento del sabio benemérito, hemos elaborado el siguiente Ideario con el que pretendemos contribuir a una aproximación de su pensamiento científico y humanístico.